El lunes negro del conglomerado Facebook-Instagram-Whatsapp

El conglomerado Facebook-Instagram-Whatsapp sufrió el lunes 5 de octubre un catastrófico corte de siete horas. Y, señala Torres (2021) , “la cuestión nunca es si un incidente así puede ocurrir, sino cuándo va a ocurrir”.

Al respecto unas reflexiones que escribimos en conjunto con Federico Rey Lennon, profesor de la Universidad Católica Argentina y de la Universidad Nacional de La Matanza en la Argentina.

Para poner en contexto la crisis, algunos datos recientes de Whatsapp, la plataforma de mensajería móvil más popular del planeta (fuente Hootsuite, 2021). Son 2000 millones los usuarios alrededor del mundo ya sea desde dispositivos móviles como desde PCs. Luego de Facebook y Youtube, Wapp se ha convertido en la tercera plataforma de comunicación con más usuarios en el mundo. Le siguen FB Messenger, Instagram, WeChat y TikTok. Por género, 45,5% de mujeres usan esta aplicación.

Interesante ver como el contrato que los usuarios establecen con estas redes es similar a una adicción. Señala Gianera (2021)   que estas redes nos ofrecen la mitigación artificial del peso y del paso del tiempo. Por eso un corte de 7 horas es percibido como una verdadera catástrofe.

Facebook y su número uno Mark Zuckerberg han surfeado con cierta habilidad el escándalo de Cambridge Analytica, que le costaron a Zuckerberg una visita no muy agradable al Congreso estadounidense. Y ahora este colapso es un segundo mal momento para la compañía. Algo que reflejaba la revista Times, en su portada de esta semana.

Alvaro Perez Uz



Las plataformas como Wapp o Facebook pueden cortarse durante unos minutos, esto, sostiene Torres (2021), “es normal y no tienen sentido salir corriendo detrás de cada síntoma”. Cuando el corte se extendió por 7 horas, lo particular es que nadie, ni siquiera un ejecutivo de alto rango pudo responder con prontitud. Lo destacable y rescatable de este suceso, concluye Torres (2021), es que fue la primera vez que “la altiva red social muestra como funciona su relojería” (los culpables DNS y el Border Gateway Protocol – BGP-), y quizás con este episodio Facebook “parece haber aprendido la lección: si tanta gente depende de tu operación, no podes no ser transparente. Aunque ahí todavía les falta un largo trecho por recorrer.”

Hablemos ahora del control sobre las compañías digitales y el debido cuidado de los datos personales. En este punto, la Unión Europea le lleva varios cuerpos al resto del mundo. Ha sido el único gobierno hiperactivo en los últimos 10 años en materia de legislación sobre las tecnologías de la información y la comunicación. “En este terreno”, sostiene Corradini (2021)  , “las decisiones tomadas a fin de controlar la acción de los gigantes de Internet bien se podrían calificar de ejemplares”.

Comenta Corradini (2021) que todo cambio en 2014 en la Unión Europea “con la llegada de la danesa Margrethe Vestager al puesto de comisaria europea para la Competencia”. Al asumir el cargo, condujo con mano dura las investigaciones sobre los Gafam (Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft), pero también se metió con Booking, Alibaba, TikTok, Snapchat y Samsung. Y todas estas investigaciones finalizaron con importantes sanciones.

Particularmente sobre el cuidado de los datos personales la UE tomó serias medidas, una posición inspirada en las políticas de Francia y Alemania, según Corradini. Poco a poco, con legislaciones como la protección de datos personales de 1995 y sobre la vida privada de 2009, la UE. desarrolló una sólida posición que le otorgó una reputación a nivel global en medio de las dos grandes potencias tecnológicas, China y EE.UU.

Denis Berthault, presidente de la Agrupación Francesa de la Industria de la Información, señalaba al respecto: “La U.E. quiere dar un marco, fijar límites. En este terreno, hay un antes y un después del Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) . Más allá de la idea que uno tenga de este texto sobre marketing y la colecta de datos, creo que se convirtió en la columna vertebral de una filosofía numérica europea” (citado en Corradini, 2021).

“Debemos encontrar nuestro propio camino, equilibrando el flujo y la amplia utilización de datos, pero preservando al mismo tiempo un alto grado de protección de la vida privada, de seguridad y de ética”, escribió la alemana Úrsula von der Leyden, actual presidente de la Comisión Europea (citado en Corradini, 2021).

Claramente estamos enfrentando un nuevo desafío global, el soft power que representan la captura y el uso de los datos y la inteligencia artificial. Ambas cuestiones encarnan, al decir de Corradini (2021), “un desafío para la soberanía” personal y nacional.

Al respecto, las implicancias humanas y éticas de la inteligencia artificial fueron parte de los puntos centrales de la candidatura de von der Leyden a la Comisión Europea. Y así lo puso en práctica en abril de 2021 con la propuesta legislativa de inscribir en el derecho europeo una definición tecnológicamente neutra de la AI y de adoptar medidas tendientes a contener el riesgo planteado por dicha tecnología.

Ya en octubre de 2020, apunta Corradini (2021), “el Parlamento Europeo adoptó tres resoluciones legislativas sobra la IA sobre la ética, la responsabilidad civil y la propiedad intelectual en relación con la IA, la robótica y las tecnologías asociadas.”

Y dos meses después, las Digital Services Act y la Digital Market Act  cambiaron para siempre la relación entre Bruselas y los gigantes digitales, prolongando y profundizando las medidas ya existentes de protección a los ciudadanos y sus derechos fundamentales en el universo online (Corradini 2021). Esperemos que el resto del mundo tome nota de ello y adopte medidas en el mismo sentido.

Una reflexión final
El lunes negro de Facebook no hizo sentir aislados, incomunicados. Al respecto me parece atinado traer unas reflexiones del escritor César Aira, un hombre generalmente alejado de los teléfonos, las redes sociales y el Zoom. Crítico agudo del homo digitalis contemporáneo reflexiona sobre qué es hoy estar aislado o comunicado:
“Es muy sintomático de nuestra época creer que por falta de esos aparatos uno vive aislado. Yo creo lo contrario, que son ellos los que aíslan , los que nos impiden levantar la vista a las muchas riquezas del mundo, y a lo que tiene de bueno el prójimo. Yo crecí en el campo, en contacto muy estrecho con la gente y con las cosas, y no pienso perderlo a cambio de un teléfono o una pantalla.” (González Harbour, 2021) .





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